De los 6.000 millones de personas que habitamos el planeta, 1.600 son mujeres rurales, es decir, más de un cuarto de la población total del mundo. Las mujeres producen un promedio de más de la mitad de la comida que se produce: más del 80% en Africa, el 60% en Asia y entre el 30% y el 40% en Latinoamérica y los países de Occidente. Sin embargo, sólo poseen el 2% de la tierra y reciben sólo el 1% de todo el crédito agrícola. El 5% de las explotaciones agrícolas están en manos de mujeres y desde 1970 hasta hoy se ha doblado el número de rurales viviendo en situación de pobreza.
Las mujeres son motor de desarrollo en África, Asia y América Latina y prueba de ello son las historias que queremos recordar el Día de la Mujer Rural.
Ayuda en Acción trabaja por el desarrollo de las comunidades con el género como un elemento transversal en todos los proyectos de desarrollo y con la mujer como protagonista: en la dinamización de las economías locales, el fomento de la participación política, la alfabetización, la satisfacción de necesidades básicas, en la promoción de la salud… No es posible hablar de estos programas sin el trabajo, entusiasmo y lucha de las mujeres rurales, protagonistas y creadoras.
En El Salvador la mujer representa el 51% de la población rural del país. La pobreza, la exclusión social, la inseguridad pública y jurídica y la falta de oportunidades hacen más grande la desigualdad de género.
María Marlene tiene 35 años y su hogar forma parte de ese 34'9% de hogares de El Salvador manejados por mujeres. Su compañero emigró del país y ella se quedó con dos hijos de 16 y 18 años. "Estoy en la Junta Directiva de la comunidad. Formo parte del grupo de microempresa de Panadería apoyada por Ayuda en Acción, hago trabajos de corte y confección y dedico tiempo a mi familia", cuenta. Gracias a la panadería genera ingreso para su familia.
Marlene dice ser así gracias a su madre, María Jesús, que cada día se levanta a las 4 de la mañana para ordeñar la leche que usa para elaborar quesos. Maria Jesús aprendió a leer y escribir en los círculos de alfabetización de personas adultas y viajó a España para contar sus experiencias.
Fue una de las precursoras de la Asociación de Desarrollo Comunitario que ahora encabeza su hija. "Siempre he pensado que el hombre no manda en la casa. Mandamos todos y todas y la voz de todas y todos cuenta" dice María Jesús.
Su hija menor, hermana de María Marlene, se llama María Blanca y tiene 19 años. Está cursando el último curso de bachillerato y quiere estudiar periodismo. "Cuando termine quiero que el esfuerzo que hacemos las niñas y mujeres de las comunidades sea visibilizado y continúe dando frutos" concluye Blanca. Ellas son el ejemplo de tres generaciones de mujeres que participan y hacen escuchar sus voces.
Las mujeres están presentes en todos los proyectos que Ayuda en Acción lleva a cabo en Nicaragua; gestión del riesgo, soberanía alimentaria, ciudadanía, educación. Un ejemplo de la repercusión de las mujeres en el desarrollo de las comunidades rurales es el Banco Comunal "Mujeres emprendedoras" que funciona en dos comunidades nicaragüenses formado por 23 socios, 22 de ellas mujeres.
Carmena Piura construyó su casa con el primer préstamo y con el incremento en su financiación ha logrado diversificar y mejorar las condiciones de su pulpería, convirtiéndola en la principal fuente de ingreso para su familia. Cuenta que estos préstamos han cambiado su vida y la de su comunidad.
María Alejandra Mendoza tiene 37 años y es del municipio de Quezalguaque: "el crédito ha mejorado mi vida porque desde mi hogar yo trabajo con mi marido y mis hijos e hijas, y no hemos tenido que emigrar ninguno. Los intereses son muy bajos y los plazos son buenos". María Alejandra ahora se dedica a la cría de cerdos.
No es la única mujer emprendedora. En las áreas de desarrollo casi el 90% de las parteras y promotoras de salud son mujeres. Han elaborado planes de salud, siguen el estado nutricional de los niños y las niñas. Emplean medicinas naturales, promocionan hábitos de vida higiénicos y administran botiquines por la mejora de la salud de sus comunidades.
En México la pobreza extrema puede ser considerada como una característica del mundo rural, al igual que la malnutrición, la falta de servicios médicos. En el sur de Sonora hay carencia de servicios básicos y falta de empleos así que las mujeres buscan alternativas para suplirlas.
Su entusiasmo ha conseguido levantar escuelas y centros de salud. Muchas de las historias de estas mujeres están marcadas por la violencia de sus parejas, la incomprensión y la humillación que minan su autoestima y les hacen poner en dudas sus propias capacidades.
Su participación en los proyectos les ha hecho empezar a valorarse, a dar su opinión sin miedo y a ser valoradas por otros hasta el punto de ser propuestas para cargos políticos o cambiar sus comunidades.
"Mi nombre es Guadalupe Yocupicio, tengo 27 años y vivo en la comunidad de Guayparin. Promuevo junto a otras personas campañas de salud, limpieza y apoyo a la educación. Participé durante 8 meses en un proyecto que me permitió graduarme como promotora comunitaria y así tengo más conocimientos para compartir con los pequeños y las pequeñas. Trabajo desde mi casa elaborando servilletas y otras manualidades, sin desatender a mis hijos y a la vez mejorando mi situación económica", cuenta Guadalupe, una mujer que ya es consciente de su poder para cambiar el mundo.
En Bolivia destacan experiencias de mujeres líderes y emprendedoras que participan activamente en la gestión municipal. Alcalá es uno de los municipios deprimidos, ubicado en el departamento de Chuquisaca, con una población de cerca de cuatro mil habitantes; la población pobre alcanza al 85% y el 50% representa a mujeres.
Ana Rodas Cuellar, campesina de Alcalá, casada y con tres hijos, cursó hasta 5º de primaria. Nos cuenta que gracias a su capacitación permanente formó parte del Centro de la Joven Campesina, donde durante 5 años preparó a jóvenes y madres de las comunidades en el área humanística y técnica.
También trabajó con las mujeres del Club de Madres enseñando tejidos y corte y confección. Ana ha sido elegida como Vicepresidenta del Concejo Municipal de Alcalá, y junto a otras concejalas de diferentes comunidades logran que sus demandas sean valoradas e incluidas en las políticas municipales. "Desde los 14 años he estado preparándome. Como mujeres debemos capacitarnos cada vez más y más para que nuestro voz sea escuchada".
Pastora Lanchimba es una joven dirigente indígena de Ecuador. A pesar de la negativa de su comunidad y de su familia ha estudiado y se ha capacitado. Promotora del Centro Infantil de su municipio, miembro de la directiva comunitaria, vicepresidenta de su comunidad con 21 años. Ahora, que ya tiene 24, es presidenta de la Junta parroquial y coordinadora de Educación de la Federación de Pueblos Indígenas de la provincia de Pichincha y forma parte del grupo de promotoras de salud.
Es la única mujer de su comunidad que está en la universidad, pero no será la última gracias a su ejemplo y esfuerzo, gracias a la beca de Ayuda en Acción. "En mi comunidad han mejorado las vías de comunicación, se ha incrementado la actividad ganadera con el mejoramiento genético, la renovación de pastos, tenemos riego por aspersión. Tenemos agua clorada en cada una de las casas, somos parte de la Red Local de Salud, valoramos estar organizadas y las mujeres somos protagonistas de todos estos cambios".
En el área rural de Perú viven más de cuatro millones de mujeres que viven con menos oportunidades que los hombres. En el país andino es imposible hablar de desarrollo sin destacar la participación de la mujer rural. El proyecto Viviendas saludables hubiera sido imposible sin las mujeres que han hecho posible que 3.800 familias peruanas del área rural hayan dejado atrás el hacinamiento y hayan mejorado sus condiciones de vida. Además, su trabajo es imprescindible como madres motivadoras en los centros de educación temprana y en los círculos de alfabetización en los que ya han participado 2730 personas en lo que va de año.
En el área de salud, las mujeres juegan un papel determinante como promotoras de salud y, gracias a la capacitación que reciben, están mejorando la nutrición de la comunidad, plantando nuevos cultivos, preparando recetas más equilibradas y promoviendo el consumo de agua segura.
Eso no es todo, miles de peruanas llevan microempresas que contribuyen a la generación de ingresos y participan de forma activa en la elaboración de los presupuestos participativos locales.
Estas son sólo cinco historias con países, contextos y acentos diferentes pero con algo en común: todas juntas construyen el futuro de sus comunidades y son protagonistas de su propio desarrollo.
Fuente y foto: Archivo AmecoPress
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