lunes, 27 de diciembre de 2010

Mujeres Indígenas y Diversidad Biológica


No hay un día en el país que no se mencione y con razón la variedad de comidas, sabores y colores que hay en las diferentes regiones y que son una muestra de la diversidad que por fortuna aun tenemos y que gracias a las maravillas culinarias enorgullece a peruanos y peruanas. Lo que en muy pocas ocasiones se menciona es de dónde viene esa diversidad y quiénes han hecho posible que podamos ahora gozar de determinados alimentos y reinventarlos, creando nuevas formas de combinarlos como aquella que ahora da por llamarse "comida novoandina". Quiénes posibilitaron que un alimento como la quinua, tan despreciado anteriormente por ser alimento de "serranos", forme parte de las mesas más exigentes tanto a nivel nacional o internacional. Cómo ha sido posible que podamos hoy en día mostrar con orgullo los miles de ecotipos de papas que hay en el país, muchas de ellas absolutamente desconocidas para la mayoría de peruanos y peruanas, algunas criadas a más de 3 mil metros y que resisten heladas, no requieren pesticidas y tienen variados usos culinarios. Qué manos y qué esfuerzo han estado durante siglos tras esa crianza que hoy en las modernas ciudades podemos saborear.

Entre el producto que llega a las mesas y las personas que han hecho posible que a través de años y años se conserve, desarrollando las tecnologías para hacerlo, existe una enorme distancia, un abismo en realidad. Muy poca gente podría relacionar el risotto de quinua con una mujer andina con su sombrero y su colorida vestimenta, sembrando y colocando en los surcos abiertos de la pachamama las semillas que con paciencia y sabiduría seleccionó y que siguió cultivando, como sus antecesoras, mejorando cada vez la planta luego de evaluar el comportamiento agronómico de las progenies, o en otra línea, relacionar la marca de productos naturales Schuler (1) con una mujer indígena asháninka y su conocimiento sobre medicina y sobre cómo curar las enfermedades del cuerpo y del alma.

Es que mucho de lo que tenemos y gozamos ahora y que forma parte de la biodiversidad se lo debemos a los pueblos indígenas y especialmente a las mujeres que son las portadoras de muchos conocimientos y saberes que han hecho posible que por los siglos de los siglos se hayan conservado las variedades alimentarias y medicinales que son la fuente de este orgullo nacional.

"Cuando tenía 4 o 5 años, con mi abuelita salíamos a la chacra y ella me iba diciendo cómo se llamaban las plantas, para qué servían, cuándo debíamos cultivar, cuándo cosechar, que todas las plantas y los animales tenían vida, que había que criarlas, que debíamos agradecer por tenerlas, me decía. Luego cuando fui al colegio me dijeron que yo no sabía nada, como ignorante me trataron," dice Gladis Vila Pihue, presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú, en el testimonio que ofrece en el Seminario "Mujer Rural. Cambios y Persistencias" (2). Y es que precisamente a partir de la negación de los saberes de las mujeres indígenas es que se va invisibilizando su aporte y la relación de continuidad que existe entre lo que comemos, por ejemplo, y su conocimiento y sabiduría. "Yo a esa edad no sabía que eso que me enseñaba mi abuela era conservar la biodiversidad que le llaman ahora," continua Gladis.

La experiencia de Gladis es la misma experiencia que han vivido y siguen viviendo las mujeres indígenas y rurales, pese a que el Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica reconoce "la función decisiva que desempeña la mujer en la conservación y la utilización sostenible de la diversidad biológica". (3) Todas las mujeres rurales que, pese a que tienen que enfrentar contextos tan adversos y muchas veces cambios negativos en su hábitat, son portadoras de una sabiduría que es aprendida a través de la línea materna, de las abuelas sabias, quechuas, aymaras, asháninkas, shipibas, yaneshas, etc., para algunos y algunas que se fascinan por la comida peruana o por la enorme variedad de productos artesanales que derrochan creatividad representan la "ignorancia y el atraso". La esquizofrenia existente entre la maravilla culinaria y la biodiversidad conservada por los indígenas, especialmente por las mujeres, hace que no haya mucha preocupación o conciencia del impacto que tienen los proyectos extractivos que se implementan en los territorios rurales, que trastocan el modo de vida de los pueblos, y que afectan sobre todo a las mujeres y la continuidad y preservación de sus conocimientos. Hay que señalar además que los conocimientos de las mujeres son una fuente de poder en sus localidades, en las que existen asimetrías de género que, si bien deberían combatirse, se enfatizan al perder las mujeres los conocimientos y el valor que tiene su rol en la producción, en la selección de las semillas, en la siembra, en la medicina y en tantas otras cosas.

Esta disociación entre la mesa tendida y lo que pasa en las comunidades lleva a que se exalte el crecimiento y las inversiones en la extracción de los recursos naturales como la panacea del desarrollo y se considere que una hidroeléctrica que, como Inambari o Paquitzapango, destrozará miles de hectáreas de bosque no nos afectará a quienes vivimos en las ciudades, sin tomar en cuenta el impacto que tendrá en la continuidad de los saberes para el futuro de las comunidades rurales, indígenas y del país.

Además de los proyectos extractivos que ponen en riesgo la biodiversidad biológica y las culturas, la continuidad de los conocimientos y en general los modos de vida en las comunidades, hay que mencionar que el cambio climático es otro factor que está afectando la vida de las comunidades rurales y poniendo en riesgo su supervivencia. Se están reduciendo las fuentes de agua, la lluvia no llega en el tiempo que se la espera, sequías y heladas se suceden continuamente, dejando a las poblaciones rurales sin posibilidades de subsistencia. Así muchos de los varones y los y las más jóvenes se ven obligados a emigrar, quedando las mujeres a cargo del cuidado de la familia, de la chacra, haciendo frente a las múltiples dificultades que se les presentan y buscando respuestas entre ellas, ya que saben que está en juego su futuro y el de sus familias.

"Sin nuestra tierra no tenemos vida, sin agua no tenemos sangre y sin nuestras semillas no podremos alimentarnos. Por eso debemos cuidarlas, defender la tierra, el agua y nuestras semillas, rechazando los transgénicos," dijo una lideresa de Junín en el Foro de los Pueblos Indígenas Minería, Cambio Climático y Buen Vivir. (4)

Aunque para muchos y muchas aún les sea difícil hacer la relación entre la trucha marinada con blinis de achira, lomo de atún con crema de arracacha y quinua rosada, plato creado por Gastón Acurio, y las mujeres andinas y amazónicas, quienes criaron tan generosamente algunos de los ingredientes para que llegue a nuestras mesas, es necesario que se mencione en todas partes que en ese plato, y en muchos otros, hay siglos de conocimiento y tecnologías desarrolladas. A ver si así aprendemos a mirar diferente y a valorar no sólo la diversidad biológica y las maravillas que hay en el Perú, sino también y sobre todo a quienes han hecho posible que eso exista y que ahora siguen luchando para que perdure, por sus hijos e hijas y por nuestros hijos e hijas.
Por Rosa Montalvo Reinoso
Revista Ser Perú
La Ciudad de las Diosas

Notas:

(1) Al señor Oscar Schuler le diagnosticaron cáncer pulmonar terminal y le recomendaron una serie de sesiones de cobalto como tratamiento, las cuales abandonó por las consecuencias colaterales que le traía. Por recomendación de una mujer indígena asháninka empezó a tomar té de uña de gato, gracias a lo cual pudo vivir varios años más.
(2) Organizado por el Centro Peruano de Estudios Sociales – CEPES, CooperAcción, el Movimiento Manuela Ramos, la International Land Coalition – ILC y la Asociación de Organizaciones de Promoción al Desarrollo – ALOP, Lima, 2 y 3 de diciembre del 2010.
(3) Preámbulo, Convenio sobre la diversidad biológica, Naciones Unidas, 1992.
(4) Testimonio de Rosa, Marcha Mundial de las Mujeres, Junín, compartido en el Seminario-Taller "Justicia climática para las mujeres y los pueblos", Lima, noviembre de 2010.
http://www.servindi.org/actualidad/35502

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