Ángela, de edad media, casada y con dos hijos, reconoce que su adicción al tabaco le ha causado problemas de salud, que ella antes consideraba propios de la mujer y de la edad, hasta que el médico le aclaró que estaban influidos por el humo del cigarro, propio y ajeno.
Relata que, desde los 14 o 15 años, juntarse con las amigas a fumar era como un signo de liberación, de hacer cosas de adultas. Y ahora, aunque su consumo no es tan alto como antes, no puede dejar su cigarrito de la noche.
Para ella es como relajarse, olvidarse de sus tareas maternas y alejarse de los conflictos con el marido; cuando viaja puede prescindir de fumar, pero una vez que vuelve a casa, regresa a su rutina.
El tema sale a la palestra cada vez con más frecuencia. La adicción al tabaco de las mujeres y la creencia de que las libera, les da poder y estatus, fue ampliamente analizado en el panel "Género y Tabaco", durante el 2º Congreso Latinoamericano para el Control de Tabaco realizado en la Ciudad de México, el mes pasado.
La cita reunió a medio millar de activistas, personal médico, científico y de investigación social, preocupados por el avance de esta adicción, que cada día cobra más vidas.
Bajo el lema "De la ciencia a la política: progresos para el control del tabaco en Latinoamérica y el Caribe", las y los asistentes compartieron hallazgos sobre la forma en que las tabacaleras fomentan el consumo de su producto en poblaciones cada día más jóvenes.
En un estudio denominado Carmela, llevado a cabo por la Fundación Interamericana del Corazón, se detectó que en siete ciudades latinoamericanas, incluida la capital mexicana, las mujeres están más expuestas al humo del tabaco.
Beatriz Champagné, presidenta de la Federación Interamericana del Corazón, mostró su preocupación al respecto y dijo que las mujeres en esta región tienen poco poder de decisión.
En entrevista exclusiva con SEMlac, recalcó que en especial las mujeres que permanecen en el hogar son víctimas del humo del cigarro fumado por sus maridos y hasta por los hijos, y no se atreven a decirles que fumen fuera de la casa.
En ocasiones, porque ni siquiera han identificado el riesgo y, en otras, porque no tienen el poder de negociar. Muchas de ellas aspiran el humo ajeno durante el embarazo y la lactancia, afectando no sólo su salud, sino también la de sus bebés.
Por otro lado, explicó la especialista, a la mujer que adquiere esta adicción le es más difícil erradicarla. Aunque no se ha podido determinar la causa, se cree que tiene que ver con la imagen social que representa para ella el consumo del tabaco, ya que la industria tabacalera se ha encargado de hacerle creer que fumar da poder y una imagen moderna y sofisticada.
Tanto el hogar como el automóvil, puntualiza, son espacios que afectan a las mujeres; aunque en el momento en que ellas entran no se esté fumando, los químicos de la nicotina y el tabaco siguen ahí.
Comentó un anuncio contra el tabaquismo en el cual se ve a una mujer que ingresa al auto con un bebé, lo pone en su sillita, mira que esté bien seguro, pero luego ella prende un cigarrillo y todo el humo le llega al pequeño.
Se estima que 11 por ciento de las mujeres continúa fumando durante el embarazo, con el argumento erróneo de que les afecta más el nerviosismo que provocaría la abstinencia al tabaco.
Las expertas reunidas en la mesa de género reconocieron que los grupos de mujeres que se dedican a salud sexual, salud reproductiva y las feministas no han tomado el tema del tabaco como algo primordial.
Lezak Shallat, activista chilena de la fundación Educación Popular en Salud, asevera que esta falta de interés está ligada a que un alto porcentaje de las feministas fuman.
En su experiencia, en muchas de las reuniones en que ha tocado el tema, el humo de cigarro es común, por lo que opina que, mientras estas mujeres no reconozcan su propio riesgo, poco o nada se podrá hacer para modificar la situación.
Lezak se duele de que mientras los grupos de activistas han incorporado a su lucha la cuestión de género y el sida, enfermedad por la cual mueren muchas menos mujeres que por tabaquismo, este último tema no lo consideran prioritario.
Eduardo del Castillo, de Códice, una ONG que se dedica a dar talleres de comunicación y tabaquismo, buscando que cada vez más la sociedad civil se interese en el asunto y logre incidir en políticas públicas, reconoce la resistencia de las y los activistas en salud sexual y reproductiva para hacer suyo el tema del control del tabaco.
Lezak da respuesta a algunas preguntas del por qué fuman las mujeres y dice que las razones que más escucha es que al trabajar una doble y triple jornada, con salarios menores a los de los hombres y el reparto poco equitativo de las labores en el hogar y el cuidado de los hijos, el cigarro representa un momento personal, un espacio de relajación.
Otra de las razones que dice escuchar con frecuencia es que el tabaquismo se percibe como un evento social, una actividad social.
Asevera que, en el estudio Carmela, se detectó que en Argentina y Chile las mujeres están superando a los hombres en la adicción al tabaco, y que son cada vez más las jóvenes del sexo femenino quienes lo adquieren.
"¿Porqué en Chile y en Argentina, donde el movimiento feminista ha logrado grandes avances, y hecho maravillas a favor de las mujeres, de su salud sexual y su salud reproductiva, no ha querido tomar el tema del tabaco como parte de su agenda?", se pregunta Shallat.
"Cuando indago, me dicen que la lucha contra la violencia o a favor del derecho a decidir sobre cuántos hijos tener es prioridad para ellas, y no se han puesto a pensar en que el tabaco causa más muertes que la violencia, el sida y otras enfermedades juntas", explica.
En entrevistas por separado, tanto Champagné como Shallat señalan que es importante que las feministas entiendan que quienes están en esta lucha por el control del tabaco buscan la salud de la población, en especial de los menores y las mujeres.
Sostienen, además, que es falso que se trate de un movimiento de la ultraderecha, como algunas personas han aseverado; por el contrario, quienes están en ello provienen, en muchos casos, de luchas desde la izquierda. Ese es un mito más que las tabacaleras han difundido, aseguran.
Estudios realizados a nivel internacional han demostrado que en una familia en que el jefe del hogar o más miembros fuman, el dinero para gastos prioritarios como alimentación, salud y salud se reducen.
Por otro lado, el tabaquismo produce muertes prematuras. Muchas veces las familias tienen que enfrentar la enfermedad del principal proveedor del hogar y su muerte cuando los hijos están pequeños.
De acuerdo con datos de La Organización Internacional del Trabajo (OIT), una de cada siete muertes laborales se debe a la exposición del humo de tabaco ajeno en centros de trabajo. Un subgrupo particularmente expuesto y de mayor riesgo son los trabajadores gastronómicos y un alto porcentaje de ellos son mujeres.
En países donde existe legislación sobre ambientes totalmente libres de humo de tabaco, como Estados Unidos, algunos estados europeos y Australia, las mujeres se encuentran en una situación de desventaja, ya que el cumplimiento de la norma es menor donde ellas laboran.
Varios estudios han llegado a la conclusión de que las mujeres pobres están menos protegidas por las leyes ambientales.
En Escocia, por ejemplo, las tres cuartas partes de las muertes provocadas por el humo del tabaco ajeno se producen en mujeres. En otros países de Europa con legislación de ambientes libres de humo, las mujeres constituyen un número mayor en el sector hotelero y gastronómico, donde es más frecuente que estén expuestas al humo del tabaco.
Según señala el informe de la OIT, las leyes no garantizan el mismo nivel de protección a hombres y mujeres, en tanto las diferencias de género, tipo de trabajo y clase social, pueden generar situaciones de discriminación que deben ser atendidas de manera particular, para reducir la inequidad.
Por Alicia Yolanda Reyes
Fuente: Semlac
Fuente: Semlac
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